Los metales especiales como el acero, precisan de un preparado particular para la aplicación y recubrimiento de pintura.
El acero, aún más que los metales no ferrosos y el inoxidable, suele recubrirse mediante un sistema protector, con el fin de obtener una mejor protección del sustrato que al final se traducirá en una mayor vida útil y la reducción de costos de mantenimiento.
Existen metales y aleaciones, como el aluminio, cobre, bronce, acero inoxidable, hierro galvanizado y otros, que tienen características muy especiales que los diferencian de los aceros.
Estas superficies tienen tratamientos superficiales o son naturalmente resistentes a la corrosión, por lo que no es aconsejable aplicar métodos de limpieza abrasiva, que pueden destruir la película protectora.
Por otro lado, todas ellas son extremadamente lisas en su superficie y muy estables químicamente, lo que dificulta la adhesión de las pinturas que se aplican sobre ellas, en estos casos se hace necesario el uso de tratamientos especiales.
Por ejemplo; el acero galvanizado y el aluminio usualmente no requiere preparación de superficie exhaustiva y por lo general, es suficiente una limpieza con estopa impregnada de algún solvente con el fin de remover aceite o grasa en el sustrato. Para una mejor adherencia de una pintura en el aluminio se recomienda utilizar ligera limpieza con chorro de abrasivo o un tratamiento suave fosfatizante especial.
Hay empresas que emplean diversas tecnologías de pretratamiento, desde granallado en doble etapa, limpieza química, pretratamiento de pipeline en el sector petrolero para aplicación de FBE, hasta aplicaciones muy sencillas de desengrase y enjuague (exhibidores de lámina y alambre). Sin embargo, sin importar el tipo de revestimiento o el producto, no hay que escatimar esfuerzos en la limpieza y preparación inicial, ya que de estas depende el éxito de todo el proceso.
El comportamiento en servicio de un recubrimiento depende esencialmente del cuidado de cada etapa del proceso. Como en un rompecabezas las piezas deben encajar entre sí para construir una película protec- tora resistente. Uno de los errores más comunes es suponer que la simple aplicación de revestimientos de alta calidad garantiza los resultados, o que a mayor espesor de las capas se logra una mejor protección.
Es frecuente subestimar la importancia de la preparación de la superficie y no destinar esfuerzo, tiempo e inversión a la limpieza. No se trata simplemente de limpiar bien el metal, el asunto es elegir un método compatible con todo el proceso de aplicación y el uso final del recubrimiento. Sin una limpieza superficial adecuada, el revestimiento, por bueno que sea, fallará enseguida y la corrosión afectará la base del metal.
Fuente: Camilo Marín Villar www.metalactual.com